Muchas de las sustancias que contiene el vino provienen de la propia uva y otras muchas se generan por su transformación biológica mediante las levaduras. Pero hoy no vamos a hablar de los componentes del vino, eso lo dejaremos para otro artículo, hoy hablaremos de sus virtudes.
Se han realizado numerosos estudios que vienen demostrando que el vino reduce el riesgo de contraer cáncer. El responsable de esto es el resveratrol y lo hace porque, este polifenol, inhibe la proliferación de células cancerígenas al bloquear una enzima celular, ciclooxigenasa, que, entre otras funciones, estimula el crecimiento de las células tumorales.
El vino tiene también acción bacteriana. Sus propiedades bactericidas son conocidas desde la antigüedad por su eficacia para prevenir la contaminación microbiana de los alimentos. En 1988 se realizó el primer trabajo que estudió el efecto del vino sobre las bacterias que causaban las enfermedades gastrointestinales, como la Salmonella, Shigella y la Echerichia Coli. El objeto de este estudio era conocer qué bebida era la más eficaz cuando se viajaba a países donde el riesgo de contraer una gastroenteritis era alto. Utilizaron agua, leche, cerveza, vino y refrescos de cola y limón, siendo el vino la bebida con mayor poder bactericida.
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