Los primeros vinos realizados con las uvas de la última vendimia comienzan a aparecer en las tiendas los primeros meses del año, aunque algunos lo hacen incluso en noviembre (es el caso del vino francésBeaujolais Nouveau). Son tintos jóvenes o nuevos, sin crianza en barrica. Muchos de ellos se realizan con el sistema de maceración carbónica. Pero, ¿en qué consiste exactamente?
La maceración carbónica es un método de fermentación que consiste en introducir los racimos enteros (sin desapalillar) en un tanque que normalmente es de acero inoxidable y que está saturado de anhídrido carbónico. Debido al peso, las uvas de la parte inferior del tanque se rompen y liberan el mosto, que empieza a fermentar. Al mismo tiempo, las uvas intactas comienzan a los 8-10 días, un proceso de fermentación interno, llamado intracelular. Esta fermentación consiste básicamente, en la transformación del ácido málico en otros ácidos y sustancias, además, parte del azúcar se acaba metabolizando en alcohol.
Los vinos resultantes tienen un color muy intenso, vivo, de tonos violáceos o cereza, y además son intensos en aromas florales y frutales. En algunos de estos vinos se puede encontrar el particular cosquilleo carbónico propio de este tipo de fermentación, que les proporciona una gran frescura. Para resaltar esa frescura y sus matices frutales conviene servirlos entre 12 y 15 grados.
Estos vinos suelen triunfar entre los consumidores por su frescura y su aroma, además de ser vinos con un precio asequible. Al mismo tiempo, los bodegueros también obtienen la posibilidad de expresar la calidad de sus uvas y también obtienen una recompensa al rentabilizar rápidamente la última cosecha obtenida.
Las características de intensidad y frescura de esta vinificación se mantienen hasta finales de verano, posteriormente, son vinos que pierden esa expresividad y pasan a ser de características similares a los vinos jóvenes de elaboración en vinificación tinta.